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martes, 11 de junio de 2013

Filipo reaparece "los cocaleros han jodido" el proceso de cambio y la coca ilegal es demasiado abundante lo que significa mayor droga en el Chapare.

Según el ideólogo y fundador del MAS, Filemón “Filipo” Escobar, los cocaleros del Chapare, la base social del gobierno de Evo Morales, han perdido conciencia política, porque no respetan el cato de coca y han inundado con fosas de maceración el Valle de Sajta, un terreno de propiedad de la Universidad San Simón.


Advirtió que el Gobierno tiene dos caminos, o cambia su política antidroga o erradica todas las plantaciones ilegales porque sino “están jodidos”.

Dijo que la medida a asumir es convocar mañana a una asamblea general de los cocaleros de las seis federaciones y decidir erradicar todas las plantaciones de coca hasta que termine la gestión de Evo lo que dará imagen fortalecida al presidente o “joderse y joder todo el proceso de cambio porque no hay proceso de cambio con cocaína y como está la cosa estamos cagados todos”.

Justificó sus críticas señalando que en la actualidad el precio por 50 libras de coca se disparó de Bs. 600 a más de mil y eso es porque toda la producción va a la cocaína “así que no jodan”.

Coincidentemente, esos criterios son similares a los vertidos por el ex vocero del MAS, Alex Contreras.

Hay más coca ilegal y más droga en el Chapare

sábado, 8 de junio de 2013

Los Tiempos festeja que el tema de la política restrictiva de las drogas se introduzca al debate. da las pautas de lo que está ocurriendo a nivel continental.

El tema está puesto en la mesa de las discusiones. Y al ser Bolivia uno de los países del orbe más interesados, es de esperar que aquí también se abra el debate
Confirmando que el proceso que fue inaugurado hace cinco años por tres expresidentes latinoamericanos que lanzaron al mundo un manifiesto invitando a considerar la posibilidad de revisar las políticas de lucha contra las drogas aplicadas durante las últimas décadas ha alcanzado ya un vigor que lo hace irreversible, el tema central de la 43ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Antigua, Guatemala, ha sido el relativo a la necesidad de buscar nuevos caminos que pongan menos énfasis en la penalización y represión.
El solo hecho de que tan espinoso asunto haya sido puesto en la mesa de discusiones es ya un hito que ha sido calificado como histórico. Es que no sólo que la ocasión ha servido para romper definitivamente el tabú que pesaba sobre el tema, sino que se lo ha discutido intensamente. Y si bien no se ha alcanzado un pleno acuerdo, se ha dado un paso muy importante que consiste en mantener abierto el debate y promoverlo en los más diversos escenarios.
La importancia que eso tiene se hace aún más notable si se considera que hasta hace no mucho tiempo era como si el tema a nadie le importara. Y si alguien se atrevía a plantear siquiera la posibilidad de poner en duda las políticas vigentes, se hacía merecedor de las más severas críticas.
Un factor decisivo para que el camino que conduce a sustituir la “guerra contra las drogas” por una política menos dirigida a la represión y más a la prevención, ha sido la buena predisposición del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresada muy francamente en Guatemala por el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, quien con su presencia y sus discursos dio el último impulso para que el tema pase a formar parte central de la agenda internacional y local en cada uno de los países miembros de la OEA.
Por ahora, y como punto de partida de lo que sin duda será durante los próximos meses y tal vez años materia de controversias internas y externas, las opiniones están divididas en dos grandes bloques. A un extremo, quienes de manera franca y abierta plantean la necesidad de explorar vías hacia la despenalización de las drogas. Colombia, Guatemala y Uruguay son, por ahora, los abanderados de esa causa.
En el otro extremo se ubican quienes se oponen terminantemente a esa posibilidad. Los países miembros de la ALBA, entre ellos Bolivia, son los que se atrincheran tras esa posición. Y al medio, con posiciones más cautelosas pero en ningún caso opuestas al debate, con diferentes grados de amplitud, todos los demás.
Como es fácil suponer, tras cualquiera de esas tres corrientes se irán alineando durante los próximos tiempos las opiniones ya no sólo de gobernantes, sino de estudiosos del tema, instituciones y ciudadanía en general. Es decir, el debate inaugurado tendrá que ir expandiéndose y, siendo un asunto de tan enorme interés colectivo, nadie deberá excusarse de participar en él.
En ese contexto, y siendo el nuestro uno de los países del orbe más directamente involucrados en el problema, es de esperar que el asunto sea incorporado con todo el vigor que corresponde a la agenda pública nacional.

viernes, 7 de junio de 2013

"gremios de consumidores de cocaína aumentan" la adicción llega a más mujeres. 70% responden que el problema es "muy grave", la coca va a la cocaína, insignificante esfuerzo para evitar el veneno que afecta a más y más. El Deber,SC

Una de las peores consecuencias del narcotráfico en Bolivia, además de la violencia y la inseguridad que tiene a la ciudadanía viviendo en ascuas, es la creciente oferta de estupefacientes que estimula el incremento de comunidades o ‘gremios’ de consumidores y adictos en varias ciudades del país. La venta de drogas se da por doquier y su consumo está afectando a más jóvenes y adolescentes. La adicción alcanza cada día a más mujeres, desde temprana edad, que son presionadas para usar el sexo como moneda de intercambio, según el crudo testimonio de un drogadicto que intenta rehabilitarse.

Los resultados de una encuesta nacional realizada por Ipsos Bolivia entre abril y mayo de este año en ciudades capitales y en poblaciones rurales, reflejan la preocupación ciudadana frente al apogeo del narcotráfico. Un 67% de los bolivianos encuestados cree que se trata de un problema ‘muy grave’ y un 42% considera que son ‘deficientes’ los esfuerzos del Estado frente a la ilícita actividad. Un 80% respondió que más de la mitad de la coca que se cultiva en el país va al narcotráfico y un 42% opinó que la mejor manera de enfrentar este flagelo es con la erradicación forzosa de los cocales. La consulta revela, además, que un 57% de los encuestados dice que se vende alucinógenos en la zona donde viven, mientras que un 66% conoce o ha visto a personas consumiendo drogas alguna vez.

Los ciudadanos están muy inquietos porque ven por todas partes la venta de estupefacientes en sus diferentes formas. Las calles, las rotondas, los colegios, los bares y rocolas se han convertido en sitios de expendio casi indisimulado de todo tipo de drogas. Un informe del director nacional de la Fecln señala que en los dos últimos años se incrementó la incautación de 200.000 a más de 800.000 sobres de cocaína, más de 1,9 millones de paquetes de marihuana y que con diversos operativos se ha impedido la distribución de ocho millones de dosis de estupefacientes en el territorio nacional. Las pastillas tranquilizantes también están entre las de mayor consumo, con efectos peligrosamente perturbadores.

El problema de la drogadicción, derivado del narcotráfico, se agudiza por falta de planes y recursos para las tareas de prevención y rehabilitación. Para competir con los millones que mueve el narcotráfico, el Gobierno podría encarar mejor –con menos derroche y más sensatez–, la lucha que decidió ‘nacionalizar’ contra un mal que está envenenando a más bolivianos cada vez
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero

miércoles, 5 de junio de 2013

la economía negra (ilegal, subterránea, cocalera o pichicatera) está manejando el "negocio de la cocaína" si bien sus nexos están sumergidos, no deja de influir en todas las finanzas, ante el fracaso oficial

El viceministro de la Coca y Desarrollo Integral, Dionisio Núñez, acaba de admitir que la producción de coca responde a la demanda del narcotráfico, provocando el incremento descontrolado de los cultivos. Se trata de una afirmación que viene a precisar en más detalle la relación de dependencia de la producción de coca en el país y la responsabilidad que tiene Bolivia con la comunidad internacional.

En efecto, hasta ahora se decía que los cocales no podían ser reducidos y que los ‘excedentarios’ (ilegales) de Chapare no pueden ser eliminados porque hay muchos ‘consumidores’ de droga en Estados Unidos. Esta es la primera vez que se habla de que, en realidad, la producción crece para atender la demanda de los ‘narcotraficantes’, es decir, de quienes transforman la coca en droga.
Núñez dijo también que el Gobierno está trabajando en un programa para evitar que la coca de Chapare sirva al narcotráfico. Por el momento, la actual política, basada en las erradicaciones voluntarias y consensuadas, está fracasando, a juzgar por el incremento de los cultivos. El propio Gobierno admitió que el parque Madidi, uno de los santuarios más ricos de biodiversidad del país, ha sido invadido por cocaleros llegados de Chapare.

Las noticias sobre enfrentamientos en Apolo entre cocaleros ilegales y erradicadores, con uniformados tomados como rehenes por los cultivadores, mostraron que las fuerzas de control son insuficientes. Los cocaleros de Yungas de Vandiola exigen que se les reconozca el hecho de pertenecer a una zona ‘tradicional’ y el derecho a aumentar sus cultivos. Mientras tanto, los cocaleros de Chapare se han convertido en una potencia económica que tiene alcances sorprendentes.

El descubrimiento formal de la existencia de un sistema financiero paralelo del narcotráfico, constatación que fue hecha de manera casual por agentes de la Felcn, muestra que el descontrol va más allá de los cultivos de la hoja. La economía negra está pisando fuerte en el país, copando cada vez más espacios en la realidad nacional, mientras acaba con la seguridad ciudadana.
Ahora sí, con caracteres de angustia, está haciendo falta una política clara que frene la coca y sus nefastos efectos sobre la realidad nacional. Un plan de salvación nacional.

Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero