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martes, 27 de mayo de 2008

el aumento de la cocaína en bolivia ahora se ve agravado por el paso de la droga que viene de perú

editorial de Los Tiempos que reproducimos por su innegable importancia y actualidad:

El drástico rebrote del circuito coca-cocaína en el país se pone de manifiesto tanto en el incremento de las áreas dedicadas al cultivo de la hoja, como en el de la elaboración y tráfico de la droga, no sólo en la región del Chapare, sino en diversas zonas urbanas y rurales del territorio nacional. De ahí que si bien no hay estadísticas oficiales y confiables al respecto, las recurrentes incautaciones de apreciables cantidades de cocaína en poder de traficantes que intentan sacarla al exterior, permiten inferir que estamos ante un auge del negocio ilícito, parecido al que desfigurara la imagen de Bolivia en la década de los 80. Lo grave es que Bolivia no sólo produce más coca que va a la fabricación clandestina de la droga, sino que se convierte en tierra predilecta de tránsito de la cocaína elaborada en Perú y Colombia, cuyas mafias la introducen por Pando con destino a ciudades brasileñas o al mercado europeo, según recientes revelaciones que merecen crédito. Hacen lo propio las organizaciones de "narcos" bolivianos que despachan cocaína a Europa por vía Paraguay, Argentina y Chile. El actual repunte del narcotráfico nos pasa ahora la factura: Pando, con su capital Cobija, empieza a adquirir marcada semejanza con Ciudad Juárez, en el límite mexicano con Estados Unidos, donde el narcotráfico, vinculado también a la prostitución, libra una guerra fronteras adentro por el control de ambas actividades, cuyo saldo asciende ya a centenares de muertos, entre los que figuran no sólo los bandidos, sino también policías y civiles, aparte de sumar a más de 400 el número de mujeres asesinadas por lo que parecen ser contravenciones a las reglas y compromisos que imponen los tratantes de blancas… Ciudad Juárez deviene así en una suerte de "narcorrepubliqueta" al servicio exclusivo del narcotráfico. Tanto la Policía como los militares deben aunar y coordinar labores para evitar que Pando siga los pasos de Ciudad Juárez. Nos parece lógico militarizar a esa región, en el entendido de que militarizar no es sinónimo de estado de sitio ni suspensión de libertades de asociación o tránsito, sino que alude solamente a operativo combinado de particular rigurosidad, en lo que se refiere a vigilancia y control para garantizar la paz ciudadana, como a la acción oportuna y eficaz contra las bandas de narcotraficantes. En este sentido, los cabecillas y miembros de estas agrupaciones criminales deben ser plenamente identificados, capturados y puestos a disposición de la justicia ordinaria, sin dejar de lado el control de los lugares que albergan el cultivo excedente de la hoja y las factorías de la droga, antes de que sea demasiado tarde.

martes, 13 de mayo de 2008

alerta mundial: gracias al trabajo periodístico de OPINION se conoce cómo opera el narcotráfico

Epizana, una historia de policías volteadores de droga y narcotraficantes
El caso de los horrendos asesinatos de policías en Epizana, el aciago 26 de febrero, provocaba demasiadas interrogantes, tenía muchos misterios e hilos sueltos. Hasta hoy. La investigación de este diario revela las motivaciones más íntimas, el origen, las causas que desencadenaron uno de los episodios más tristes de la historia criminal de Bolivia.
No fueron tres, sino cinco los policías - y un ex presidiario- que el 25 de febrero de este año, se dirigieron a Epizana en dos vehículos sin saber que al día siguiente tres de ellos estarían muertos. Iban con el fin de realizar un “volteo” de droga del que les notificaron horas antes vía telefónica. Un enfrentamiento con los ocupantes del vehículo donde iba la droga, derivó en una cruel muerte para tres efectivos; pero, los otros dos uniformados y el ex recluso, lograron escapar con el botín. OPINIÓN obtuvo esta información de tres fuentes extraoficiales que revelaron los pormenores de lo ocurrido en Epizana y confirmaron que la cruel golpiza, la tortura y el asesinato de los tres uniformados fueron alentados por varias personas involucradas en actividades del narcotráfico que ya estaban “cansadas” de que “esos policías” les quitaran la droga, que ni eran miembros de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn).Cinco policías y un delincuenteAquel fatídico 25 de febrero, seis personas se dirigieron a Epizana, luego de recibir unas llamadas. El sargento segundo de Tránsito Willy Álvarez, a quien le decían “El Loro”, Wálter Ávila, Eloy Yupanqui (los tres asesinados), un policía de apellido Condori y un sargento llamado Gerardo Flores. Con los 5 policías, viajó como chofer Roberto Cossío Villarroel, alias “El Carita de Ángel”, un hombre que estuvo preso por violación en la cárcel de San Pablo de Quillacollo y que está relacionado con varias bandas delincuenciales en Cochabamba, incluida la del temible “Salserín”. Las seis personas utilizaron dos vehículos, el auto de Wálter Ávila y el de “Carita de Ángel” Roberto Cossío. El primero fue hallado destrozado en el Retén de Epizana, a 126 kilómetros de la ciudad. Del segundo, no hay rastros. Se presume que los otros dos policías y el ex recluso se dieron a la fuga con la “kurpa” (carga de droga) en el motorizado de “Carita de Ángel”.Este “operativo de control”, que se dirigió de prisa a Epizana estaba liderada por el Sgto. Gerardo Flores que recién habría sido destinado a la Unidad Policial Comunitaria (UPOLICOM) y que tiene contactos con algunos pisadores de coca y gente relacionada al narcotráfico, quienes le pasaban datos sobre los vehículos en los que saldría la mercadería de droga, el horario y el lugar por donde estaba planificado el paso de la cocaína. Modus operandiEn cuanto Flores se enteraba de la salida de una “pilcha” (carga de droga), se comunicaba con Willy Álvarez, para coordinar un “operativo de control” de licencias de conducir, por el sector donde estaba previsto que pase el vehículo esperado. Álvarez a su vez, convocaba a los demás. Si estaban de turno, no era un inconveniente: abandonaban sus fuentes de trabajo o falsificaban bajas médicas con ayuda de otro policía, cuyo apellido se guarda en reserva. En el caso de los policías Willy Álvarez y Eloy Yupanqui, se verificó ya que las bajas médicas que presentaron ante la Jefatura de Personal de la Policía, eran falsas.El grupo solía trasladarse a diferentes retenes o caminos por donde estaba previsto el paso de la droga, munido de chalecos de Tránsito, manillas desechables para esposar a los detenidos, señales de alto para que los vehículos frenen al llegar al punto de control, armas, celulares y otros implementos. Con la información recibida sobre el modelo, marca, color y placa del vehículo que transportaba la droga, controlaban licencias y al detectar al motorizado esperado, lo rodeaban y revisaban hasta los mínimos resquicios para hallar la droga. Si los transportadores se resistían, los golpes y disparos eran frecuentes. Finalmente, se llevaban la droga, alijos de 5, 10, 15 y hasta 20 kilos en algunas ocasiones, liberaban a los detenidos más adelante, con la certeza de que ningún narcotraficante los denunciaría por el decomiso de la ilícita mercadería. Después, el botín era entregado al mismo contacto que les proporcionaba la información inicial y él se encargaba de ofrecer la droga a otros comercializadores. En ciertas oportunidades, efectuaron dobles volteos, es decir, cuando el contacto citaba al nuevo comprador de la droga en lugares alejados, de pronto “aparecían” los policías (el mismo grupo) que se hacía pasar por miembros de la fuerza antidrogas y se llevaban no sólo la droga, sino también el dinero que el comercializador iba a pagar. “Medina sabía”El dinero decomisado directamente a los narcos y el de la venta de la droga, era repartido en función a la participación de cada miembro del grupo y, según las mismas fuentes, de estos volteos de droga estaba enterado el subcomandante Departamental de la Policía, Cnl. Ismael Medina, desde el tiempo en que él era director de Recursos Humanos del Comando y ayudaba a los policías a obtener puestos estratégicos en lugares donde “se puede sacar dinero”.Los policías no le decían toda la verdad a Medina. Si habían “volteado” 15 kilos de droga, le informaban que habían sido 3 kilos y le daban una pequeña parte de la recaudación, equivalente a 3 botellas de whisky y hasta 2.000 dólares, en algunos casos. Luego del operativo de Epizana, uno de los policías, al parecer Wálter Ávila, debía llevar 7 “gambas” (700 dólares) al comandante Medina. Epizana se descontrolóEl 25 de febrero de 2008, el grupo iba a realizar un volteo importante en Epizana. El vehículo al que esperaban era el de Zenón Soria Orellana, hermano del corregidor Juan Soria. Cuando fue interceptado y se empeñaban en revisar el motorizado por dentro, las cuatro personas que estaban en su interior reaccionaron violentamente y se resistieron. Hubo insultos y golpes. En medio de la trifulca, tres de ellos (Gerardo Flores, policía Condori y Roberto Cossío Villarroel (Carita de Ángel), lograron escapar con la droga. En su condición de hermano del Corregidor, Zenón Soria Orellana armó un escándalo. Algunos “narcos” anoticiados, protestaron porque no era la primera vez que Álvarez y Gerardo Flores les robaban droga. Surgieron voces como “¡a mí me han volteado 15 kilos!”, “¡a mí me voltearon 10!”, “¡a mí me voltearon 20!” La ira se apoderó de estas personas, quienes decidieron lincharlos para librarse de una vez de todos sus abusos.Para ello, decidieron incitar e instigar al delito a los comunarios de todos los alrededores, señalando a los efectivos como falsos policías y autores de robos perpetrados a domicilios. Las convocatorias por radio permitieron una masiva afluencia de gente de diversas comunidades. Los policías tomados como rehenes pidieron perdón de rodillas, pero nada convenció a los comunarios. La sentencia de su muerte estaba dictada y los “narcos” sólo esperaron que la multitud se hiciera fuerte. Ríos de alcohol corrieron alimentando la furia de los campesinos, mientras los tres policías estaban encerrados en el segundo piso de la Casa Comunal. Dieron un plazo para traer a un fiscal o al juez de Totora. El incumplimiento y el decomiso de una sierra eléctrica a los campesinos que bloqueaban los caminos de acceso, desbordaron el odio. A las 9:45 minutos del 26 de febrero, los tres policías estaban sacrificados.

“Para Medina valían más muertos que vivos”
La viuda de Willy Álvarez denunció, hace varias semanas, que antes de salir a Epizana, su esposo recibió la llamada del Cnl. Ismael Medina y que Álvarez le respondió; “Sí, mi coronel, en zeta (de prisa) salgo ahora”. También fue visto de uniforme en el Comando de la Policía, el 25 de febrero, antes de irse a Epizana.De acuerdo a la descripción de las fuentes de OPINIÓN, el Cnl. Ismael Medina sabía de lo que ocurrió en Epizana desde la una de la madrugada del 26 de febrero. No sólo por las llamadas continuas de varias personas de Epizana, sino también porque los policías que lograron huir, le habían dado parte del cerco que les tendieron. En lugar de ir él a rescatar a los policías, envió un contingente con 15 policías al mando del supervisor del Cercado, Tcnl. Ricardo Pacheco. El grupo de la UTOP llevó varios tachos de gases lacrimógenos, pero no los utilizó, porque según las fuentes, Medina había dado la orden de no gasificar y esperar. Al llegar a Epizana, según el relato de una de las fuentes, Pacheco sí vio a los tres policías, amarrados, golpeados y éstos lo miraron “como a un dios, pensando que estaban salvados”. Pese a las tratativas, los dirigentes no quisieron entregar a los policías rehenes. Pacheco llamó desesperadamente a Medina y le dijo que los comunarios pedían un fiscal, pero que eran necesario más refuerzos, porque había mucha gente y que el plazo vencía a las 8:30 de la mañana. Medina habría respondido que espere, que pronto llegarían. Al retornar a Epizana, todo se complicó porque los comunarios eran muchos más y cercaron al contingente. Al ver que los refuerzos no llegaban, el contingente salió de nuevo en busca de un teléfono hasta Tiraque. Junto al fiscal Irving Avendaño, las dos camionetas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc), salieron de la laguna Alalay recién a las 9:30 de la mañana del 26 de febrero y todavía perdieron el tiempo dirigiéndose hasta el centro de la ciudad, a recoger al subcomandante Ismael Medina del Comando Departamental de la Policía, que está ubicado frente a la plaza 14 de Septiembre. En el camino, una “oportuna” falla mecánica demoró aún más la llegada de los refuerzos, que finalmente entraron a Epizana a las 12:05 horas, sólo para recoger los cadáveres de los tres uniformados.“Para Medina era más conveniente tardar, porque si los rescataba con vida, las investigaciones iban a descubrir el tema de los volteos y que él estaba implicado, los tres policías valían más muertos que vivos”, aseguró una de las fuentes.A pesar de que la viuda de Álvarez advirtió que tenía la certeza de que su esposo fue convocado a Epizana por orden del subcomandante Medina y que haría conocer otros detalles de lo sucedido, hasta la fecha los investigadores de la Dirección Nacional de Responsabilidad Profesional del Comando Policial, ni siquiera la escucharon y menos aún le tomaron sus declaraciones. La viuda sólo dijo su verdad ante la Fiscalía Anticorrupción, que también investiga el trasfondo de lo ocurrido en Epizana.Qué dice MedinaEl subcomandante Ismael Medina, negó enfáticamente estas denuncias y aseguró que existen camaradas que se sienten afectados por los cambios que ordenó cuando era Jefe de Personal del Comando el año pasado y que hoy, buscan defenestrarlo y acabar con su carrera policial.“Es una guerra sucia contra mí, jamás conocí a los policías linchados hasta el día que recogí sus cuerpos, nunca recibí nada de ellos, no sé nada de volteos de droga y me preocupa mucho que se formen este tipo de grupos dentro de la Policía y ni siquiera se de más policías involucrados en lo de Epizana”, señaló Medina.

lunes, 12 de mayo de 2008

narcostraficantes a granel aunque los peces grandes no aparecen en la "industria" nacional

Cocaína en todo el país
Marcelo Rivero
Realmente es impresionante, monstruosa y alarmante la fabricación y tráfico de drogas, particularmente de cocaína, en Bolivia. Casi a diario son los informes de procedimientos policiales en los que se incauta el estupefaciente, se hacen hallazgos de fábricas y caen presos individuos dedicados a la ilegal actividad, unos como "industriales', otros como narcotraficantes propiamente dichos (siendo en ambos casos los menos porque los 'peces gordos' saben ponerse a buen recaudo) y la mayoría en calidad de cómplices, ya sea pisando coca o en tareas diversas en las factorías u oficiando de 'mulas', vale decir transportando la 'merca'. Tan extendidos están los tentáculos del narcotráfico que las factorías y los narcos pueden ser pillados en cualquier punto de la geografía nacional. Se acabaron los tiempos en que la cosa era en una buena parte del norte del país, en la capital cruceña y en Chapare. No señor, ahora los vinculados con la 'blanca' están en el otrora impenetrable Chaco, en remotas zonas rurales de Potosí y Oruro, en La Paz y en el punto fronterizo que fuere, lugares donde emplean los más inimaginables e ingeniosos recursos para camuflar sus actividades. Algunos caen en poder del organismo antidrogas, por eso las incautaciones de 50 kilos de cocaína, de 100, de 190, de 165 de 400 (sólo en los primeros días de mayo), y por eso los decomisos del alucinógeno en cuatro meses llegan casi a ocho toneladas. Súmese lo que consigue eludir los controles policiales, súmese el tráfico de marihuana, que ya es por cientos de toneladas para redondear el panorama de este negocio degradante, espantoso y nefasto.¿Qué hace el Gobierno ante todo esto? Ahí está enzarzado en discusiones y pleitos con los Estados Unidos sobre cuánta cocaína se produce en Bolivia y cuánta consumen los gringos, sobre si hay o no coca excedente, si ésta ya crece o no en los llanos, en los valles y en la puna, sobre la marcha de la lucha antidrogas. La consigna es no trabajar coordinadamente, sino tener líos con los 'imperialistas' en tema tan trascendental, sin que interese que los cocaleros aumenten sus cultivos y que ofrezcan su producto al mejor postor, que no es otro que el fabricante del estupefaciente y que suele ser a la vez el traficante. Qué le importa al Gobierno el daño creciente que causa a la nación esta ilícita actividad, qué le importa que sumen cientos, quizá miles, las familias que están metidas en ella y que tarde o temprano sufrirán las consecuencias -disgregación, apresamiento, muerte incluso-, qué le importa que el principal consumidor boliviano sea la gente joven que por distintos motivos es la que está más expuesta a las tentaciones de caer en la drogadicción. Nada le importa, a no ser tener otro frente de confrontación con los del imperio, como gusta decir el lenguaraz venezolano.

miércoles, 7 de mayo de 2008

jimmy ortíz saucedo desde santa cruz nos relfesiona sobre la coca, droga ilegal

En Bolivia tenemos que comenzar a hablar fuerte y claro sobre este tema. Es necesario revisar la posición nacional, alejado de ideologías utópicas que reivindican un idílico pasado precolombino.
La hoja de coca debe ser vista con la conciencia del hombre del Tercer Milenio. Tiene que ser vista como lo que realmente es, con sus defectos y virtudes. ¡No hay nada sagrado en ella! Tenemos que ver la coca como la ve todo el mundo… como una droga. Por desgracia para nosotros, con el uso legalizado por la tradición de los pueblos andinos. Recientemente “La Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), exhortó al Gobierno de Bolivia a adoptar medidas para prohibir la utilización de coca en mate y el hábito conocido como acullicar” (La Razón 5 03 08). Es sencillamente así como ve el mundo nuestra “vendita” hoja. ¿Serán que son todos ellos o nosotros los equivocados?
Las tradiciones de los pueblos tienen que ser revisadas a la luz de la creciente conciencia universal. Nada es estático en el universo, las costumbres tampoco. Las costumbres nefastas tienen que ser cambiadas. Esto fue los que sucedió con los sacrificios humanos, el canibalismo, la poligamia, el consumo de opio en la China y la discriminación de la mujer. Lógicamente estas afirmaciones harán que los fundamentalistas de “la hoja sagrada” se rasguen las vestiduras. Pero es necesario rendirse a la evidencia.
Bolivia nunca progresará con un pueblo embrutecido por los alcaloides de esta hoja.
Capítulo aparte merecen el tratamiento de los que en el país y fuera de el consumen la pasta base o la cocaína. Estos son los verdaderos esclavos de la nueva era. Hombres, mujeres y niños encadenados a una sustancia que destruye su cuerpo, su mente y su espíritu, con las graves secuelas que esto causa a la familia y a la sociedad.
Otras trágicas consecuencia asociado a la cadena coca-cocaína es la creación de mafias trasnacionales, el nacimiento de los Varones de la Coca; que en lugar de sembrar alimento siembran droga, la aparición de partidos políticos indigenistas que se financian por esta vía y narcoguerrillas que viven de ella, prostituyendo la moral de pueblos y regiones enteras.
Nuestro máximo prócer contemporáneo Cruceño, el Dr. Melchor Pinto, decía un folleto editado por el Rotary Club de Santa Cruz en 1975, titulado “A grandes males, grandes remedios”: “Ningún problema que pueda tener o presentarse en nuestra patria es de tanta gravedad como el que señalamos, con el consumo masivo e incontrolado de estupefacientes y alucinógenos”. (…) Pedía en su sugerencia número “1.- Destrucción total de los sembradíos de plantas de coca y marihuana que se encuentran en el territorio nacional”. La coca tiene que ser vista con la óptica del presente, desmitificándola, rescatando de ella sus buenos usos medicinales y descartando sus malas practicas culturales y políticas.jimiortiz@cotas.com.bo